4 El Señor Yavé me ha concedido el poder hablar como su díscipulo. Y ha puesto
en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana el despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los díscipulos.
5 El Señor Yavé me ha abierto los oídos y no me resísti ni me eché atras.
6 He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me tiraban la barba, y no oculté mi rostro ante las injurias y los escupos.
7 El Señor Yavé está de mi parte, y por eso no me molestan las ofensas; por eso puse mi cara dura como piedra, y yo se que no quedare frustrado.
8 Aquí viene mi juez, ¿quieren meterme pleito?
Presentemonos juntos, y si hay algún demandante, ¡que se acerque!
9 Si el Señor Yavé está de mi parte, ¿quién podrá condenarme?
Todos se haran tira como un vestido gastado, y la polilla se los comera.
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