Salmo 42, 2-3, 5
2 Como anhela la sierva estar junto al arroyo, así mi alma
desea, Señor, estar contigo.
3 Sediento estoy de Dios, del Dios de vida.
¿Cuándo iré a contemplar el rostro del Señor?
5 Cuando pienso en estas cosas,
doy rienda suelta a mi dolor.
Recuerdo cuando yo iba con la gente,
conduciéndola al templo de Dios,
entre gritos de alegría y gratitud.
¡Qué gran fiesta entonces!
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