II Pedro 3, 8-14
8Ademas, queridos hermanos, no olviden que para el Señor un día es como mil años, y mil años es como un día. 9no es que el señor se tarde en cumplir su promesa, como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios.
10Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios.
10Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un ruido espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, quedará sometida al juicio de Dios.
11Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción deben vivir ustedes! 12Esperen la llegada del día de Dios y hagan lo posible por apresurarla. Ese día los cielos será destruido por el fuego, y los elementos se derretirán entre las llamas; 13pero nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, en los cuales todo será justo y bueno.
14Por eso, queridos hermanos mientras esperan estas cosas, hagan todo lo posible para que Dios los encuentre en paz, sin mancha, ni culpa.
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