Del Libro de Daniel 3, 14-20. 91-92. 95
Denuncia y condena de los judíos
14 Nabucodonosor tomo la palabra y dijo:
«Sidrac, Misac, y Abdénago, ¿es cierto que no honran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que erigí? 15Pues bien si ahora mismo están dispuesto a postrarse en tierra cuando oigan el sonido de la trompeta, del cuerno, la citara, la flauta, el trombón, la gaita y de toda clase de instrumentos, y adoran la estatua de oro, todo estará bien.
Pero si no lo hacen serán inmediatamente echados a un horno ardiente. Y ¿que Dios los salvará de mi mano?»
16Sidrac, Misac, y Abdénago respondieron al rey Nabucodonosor; no necesitamos darte una respuesta sobre eso. 17Si nuestro Dios, al que servimos, quiere salvarnos del horno ardiente y de tu mano, nos salvará.
18Pero si no lo quiere , has de saber que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que erigiste.
19Loco de rabia, Nabucodonosor cambio de actitud con respecto a Sidrac, Misac y Abdénago; ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo necesario. 20Luego dio orden a los hombres más forzudos de su ejercito que ataran a Misac, Sidrac y Abdénago para echarlos al horno ardiente.
91 El rey Nabucodonosor se quedo sin resuello, se levantó rápidamente y preguntó a sus consejeros: «¿No echamos a esos tres hombres amarrados al fuego?» Respondieron: «Ciertamente».
92El rey añadió: «Pues veo a cuatro hombres que caminan con toda libertad en medio del fuego sin que sufran nada; el cuarto se parece a un hijo de los dioses».
95Nabucodonosor dijo entones: «Bendito sea al el Dios de Sidrac, Misac y Abdenágo que envió a su ángel para librar a sus servidores; confiaron en él, desobedecieron la orden del rey y prefirieron entregar su cuerpo al fuego antes que servir o adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios.
«Sidrac, Misac, y Abdénago, ¿es cierto que no honran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que erigí? 15Pues bien si ahora mismo están dispuesto a postrarse en tierra cuando oigan el sonido de la trompeta, del cuerno, la citara, la flauta, el trombón, la gaita y de toda clase de instrumentos, y adoran la estatua de oro, todo estará bien.
Pero si no lo hacen serán inmediatamente echados a un horno ardiente. Y ¿que Dios los salvará de mi mano?»
16Sidrac, Misac, y Abdénago respondieron al rey Nabucodonosor; no necesitamos darte una respuesta sobre eso. 17Si nuestro Dios, al que servimos, quiere salvarnos del horno ardiente y de tu mano, nos salvará.
18Pero si no lo quiere , has de saber que no serviremos a tus dioses, ni adoraremos la estatua de oro que erigiste.
19Loco de rabia, Nabucodonosor cambio de actitud con respecto a Sidrac, Misac y Abdénago; ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo necesario. 20Luego dio orden a los hombres más forzudos de su ejercito que ataran a Misac, Sidrac y Abdénago para echarlos al horno ardiente.
91 El rey Nabucodonosor se quedo sin resuello, se levantó rápidamente y preguntó a sus consejeros: «¿No echamos a esos tres hombres amarrados al fuego?» Respondieron: «Ciertamente».
92El rey añadió: «Pues veo a cuatro hombres que caminan con toda libertad en medio del fuego sin que sufran nada; el cuarto se parece a un hijo de los dioses».
95Nabucodonosor dijo entones: «Bendito sea al el Dios de Sidrac, Misac y Abdenágo que envió a su ángel para librar a sus servidores; confiaron en él, desobedecieron la orden del rey y prefirieron entregar su cuerpo al fuego antes que servir o adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios.
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