Salmo 32(31): 1-2. 5-7
1 Feliz el hombre a quién sus culpas
y pecados
y pecados
le han sido perdonados por completo.
2 Feliz el hombre que no es mal
intencionado
y a quién el Señor no acusa de falta
alguna.
5 Pero te confesé sin reservas
mi pecado y mi maldad;
mi pecado y mi maldad;
decidí confesarte mis pecados,
y tú, Señor, los perdonaste.
6 Por eso en momentos de angustia
los fieles te invocarán,
y aunque las aguas caudalosas se
desborden,
no llegarán hasta ellos.
7 Tú eres mi refugio:
me proteges del peligro,
me rodeas de gritos de liberación.
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